sábado, agosto 19, 2023

Eternidad de los gatos


A Florentino,

en el primer día de su perenne ausencia

 

 

Los gatos navegan el tiempo

como las madres antiguas

                        navegan el dolor

y los griegos de Homero

la odisea de los mares.

 

Se están quietos en la corriente

de los años y los minutos,

se sumergen sin hacerse preguntas

en esas aguas que pasan,

que retornan,

giran y fluyen sin dirección

en un océano

donde meditabundos marinos

envejecen hasta hacerse olvido.

 

Los gatos

gritan y se zambullen

sin mojarse en las aguas

                        del tiempo;

aprenden a ser eternos

mientras van de una orilla a otra,

mientras nosotros,

corsarios fallidos de la misma

eternidad,

los vemos morir,

los lloramos

como si fueran nuestros

iguales.

 

Muy pocas veces

nos percatamos

de que están —y no

necesitan otros verbos—.

Están en el tiempo

como las madres antiguas

                        en el dolor,

como los marinos de Homero

                        en sus mares,

pero no sucumben

porque no le hacen preguntas

al tiempo. Están en él.

Un segundo, un milenio,

miau,

y a veces les da por morir,

pero no importa

—aunque duele—

porque siguen estando

adelante,

después,

encima,

en el fondo,

antes y siempre. Navegan

el tiempo

hacia constantes orillas

a las cuales arribaron

justo un eón

                        antes de embarcarse.

 

No se preguntan por la eternidad

los gatos. Están en ella y

solo conseguimos ver

sus sombras

proyectadas desde la muerte

—el pasado, el futuro, el siempre—

en la forma de individuos

que dormitan,

retozan,

cazan por diversión,

lloriquean

y hacen que los amemos

en la estrecha sucesión

de instantes

que habitamos. Nos

dirigimos a la misma orilla,

pero arribaremos eones

después de embarcarnos,

justo una eternidad después

de que ellos se hayan ido.

 

Los gatos ya no están.

Los gatos no estarán.

Los gatos habitan un tiempo

en el que no fuimos admitidos.

Florentino, el último día de su vida (agosto 18 de 2023)

Eternidad de los gatos

A Florentino, en el primer día de su perenne ausencia     Los gatos navegan el tiempo como las madres antiguas                ...